Pepe es nuestro perro, lo consideramos uno mas de la familia (por eso le pongo a esta entrada la etiqueta "familia".)
Ayer tarde, mi hija mayor le sacó a pasear como suele hacer todas las tardes. Solemos hacer el mismo recorrido varias veces al día y dura unos 30 minutos aproximadamente, dependiendo de si nos encontramos con mas o menos conocidos para charlar, tanto humanos como perros :))))
El caso es que ayer me parecía que estaban tardando mas de lo habitual en volver a casa.
Había pasado una hora cuando por fin llegaron. Yo pensé que igual se habían derretido por el camino ya que tuvimos mas de 40 grados. Pero cual fue mi sorpresa cuando Pepe entró al salón con un collarín de esos en forma de embudo gigante al cuello. Ufff... menudo susto!
"¿Pero que ha pasado???"
Mi hija me contó que resultó que estaba charlando con una amiga y que no se dió cuenta que por detrás de ella se acercaba un señor, con su perro. Lo llevaba con correa y mi perro también va siempre con la correa puesta. Al pasar por al lado de mi hija, el perro del señor se le tiró como loco al nuestro y le mordió en una oreja. Empezó a sangrar mucho y mi hija se asustó al ver tanta sangre. Quién hubiera dicho que se puede sangrar tanto por las orejas.
El señor, en vez de quitarle su perro de encima y ayudar, le llamó la atención a mi hija, no entiendo el porqué, la verdad. (Mi hija dice que él es igual de cascarrabias que su perro!! Jajaja!!)
Lo llevó rapidamente al veterinario que por suerte estaba cerca de donde se encontraban ellos en ese momento y lo curaron. Le han vendado la oreja y le han puesto el collarín ese en forma de embudo gigante para que no se quite el vendaje ya que si no le cuaja la sangre de la herida, seguiría sangrando todo el rato.
Menos mal que el perro cascarrabias no le pilló en el cuello o el lomo...
Pepe está muy triste, no termina de controlar el tamaño del embudo y va tropezando por todas partes. Me da mucha penita verle así. Es un perro mas bien nervioso y no suele parar quieto durante mucho rato seguido. Ayer, estuvo dando vuelas y vueltas por casa sin saber muy bien que hacer, hasta que por fin cogió la postura y se quedó tumbado en el suelo sin volver a levantarse.
Pobre Pepe...